(por Antonio Iribarren, Ingeniero Civil Mecánico, Consultor Senior QDRclaims)
La confianza es el estado
emocional que da seguridad y que nos permite construir futuro, siendo la base
de los acuerdos y por tanto, de las relaciones y de los proyectos que
impulsamos colectivamente.
El 12% de los chilenos (año
2015) cree que se puede confiar en la mayoría de las personas y el 70% de los
chilenos dice desconfiar en los demás, según el estudio “confianza, la clave
para el desarrollo de chile, 2015 del Centro de Políticas Públicas” de la Universidad
Católica.
En el sector construcción,
subió la conflictividad entre contratistas y mandantes: el 42% de contratos
tuvo problemas según los “Resultados 2015 del
Estudio de Divergencias Contractuales de la CCHC, Cámara Chilena de la
Construcción”.
Debemos realizar un gran
trabajo para lograr instalar en el mundo del Contract Management en los
proyectos, que se reconozca e internalice la alta frecuencia de ocurrencias
de controversias / conflictos / claims en los contratos:
complejidades técnicas, naturaleza cada vez más polémica del medio ambiente de
contrato, ofertas competitivas apretadas y mandantes con actitudes
contractuales inflexibles -y a veces injustas-, han causado que muchos
contratos terminen en Claims, en una audiencia de Arbitraje o en la sala de un
Tribunal, con los consabidos altísimos costos asociados, amén de exacerbar un
ambiente de negocios, de por sí, ya de alto riesgo para las partes.
En opinión de muchos –dentro de
los cuales me incluyo-, los contratos de los proyectos de construcción han
inventado su propia versión de los opuestos: el contratista y el mandante.
Ambos quieren minimizar sus costos y maximizar sus beneficios (un poco de
productividad pura: hacer más con menos, manteniendo la calidad, reduciendo
tiempos muertos, reprocesos, etc.), conceptos sobre los cuales creo no hay
desacuerdos. Por lo tanto las partes están haciendo su trabajo, cada uno
defiende sus intereses, lo cual es 100% ético, honorable, correcto.
Esta versión de los opuestos (no digo enemigos), en círculos académicos
la definen como de adversario, lo que indica claramente que la relación no es
de confianza. Ese es el motivo por el cual sostengo que lograr un clima de
colaboración y complemento entre las partes, es muy difícil.
La dura realidad, es que el
contratista no está -ni tiene porque estarlo- compenetrado del proyecto, y poco
le importa conseguir los objetivos del Proyecto: lo que le importa, es maximizar
el beneficio de su Contrato, que son cosas muy
diferentes.
En este contexto, la situación
se encarajina cuando alguna de las partes interpreta -bien o mal- que el otro
lo está pasando a llevar en sus derechos y obligaciones contractuales, al no reconocer
mayores obras, o cambios del alcance del trabajo, o cambios de las condiciones
del trabajo, o atraso en la entrega de los aportes, o no cumplir con la entrega
de la dotación o con las horas máquinas comprometidas, no cumplir con el
rendimiento o con el perfil de los recursos humanos comprometidos, etc.
Aunque los contratos de los
proyectos debieran ser un esfuerzo de beneficio mutuo, las relaciones adversas
que culminan en controversias, son demasiado comunes: basta el resultado 2015
de la CCHC.
Los mandantes y contratistas
están muy conscientes de los importantes recursos monetarios, de mano de obra y
equipos que deben comprometerse a un contrato, y del efecto adverso que
cualquier aumento de estos compromisos de recursos tendría en sus resultados finales.
La realidad de la industria de la construcción, es que los contratistas y
los mandantes deben estar conscientes y ser educados acerca de Claims y
Resolución de Disputas para proteger la inversión significativa de recursos.
Es cierto que las partes son
entusiastas y optimistas en el inicio de cada contrato. Ellos confían en su
capacidad y compromiso de cumplir sus respectivas obligaciones en virtud de los
documentos de contrato, mientras se benefician mutuamente. Pero también es muy
cierto -por desgracia-, que este entusiasmo y optimismo, generalmente se
desvanecen muy temprano, y la “luna de miel” se va rápidamente.
Inmediatamente, los documentos
de contrato se revisan con una minuciosidad que antes se consideraba
innecesaria. Sin embargo, estos documentos de contrato definen la relación
primaria entre las partes, y constituyen la base para todos los potenciales
Claims.
La posibilidad de ser
sorprendido por un gran Claim ha causado que los Mandantes cuestionen los
términos y condiciones del contrato de construcción básica, y la forma en que
contratan para el diseño y la construcción. Los Mandantes crean cláusulas del
contrato exculpatorias, para protegerse contra la repetición de tales Claims.
Cuando su carga de trabajo es
baja, usualmente los contratistas toman riesgos al aceptar términos y
condiciones del contrato difíciles.
Los profesionales que preparan
los contratos están continuamente sometiendo su trabajo a revisiones, para ver
si son necesarias simplificaciones, lenguaje exculpatorio o nuevos conceptos
(las bases contractuales no puedan regular todos los aspectos de una relación
contractual… es una ilusión el creer que tenemos todo bajo control).
Muchas cláusulas contractuales
defensivas, tales como “no hay daños por atrasos” y los usuales requisitos
exculpatorios del subsuelo para examinar el terreno y no depender de
perforaciones, a menudo fallan -derechamente- como resultado de una mala
administración de contratos, o malas investigaciones del terreno por parte del
Mandante.
Las especificaciones son
también muy frecuentemente (como todos sabemos), un ejercicio de “cortar y
pegar”, que no satisface las diversas necesidades del contrato.
En consecuencia, los
Administradores de Contrato1 y su Equipos Técnicos (mandante
/ contratista), deben trabajar formalmente desde el primer día, “by the
book”, en conjunto, en un ambiente de adversarios, en una relación que
-per sé- no es de confianza, PERO realizar todos sus mejores esfuerzos por
ganarse mutuamente el respeto y consecuentemente (después de cierto tiempo)
construir confianzas, lo que en ningún caso significa estar en una
permanente guerra.
Los que tenemos alguna
experiencia en Claims y Resolución de Disputas, “siempre” gestionamos
considerando la existencia de Claims, ejecutando el Plan de Gestión de
Controversias del Contrato, que por cierto y lamentablemente, es una
herramienta que en la actualidad -y por diferentes motivos-, observo como casi
normal que no dispongan de ella.
1Administrador de
Contratos/Gerente de Proyectos -segun uso y costumbre local- es la máxima
autoridad a cargo del contrato, nombrado y empoderado por la organización, para
planear, programar, ejecutar, controlar y coordinar los recursos y alcanzar los
objetivos del contrato, proporcionando la dirección general del trabajo: la
gestión por el resultado del Negocio queda en sus manos (una sola persona), de
principio a fin.
Estimado lector, según tu conocimiento y experiencia, tal vez te interese examinar otros artículos similares: si ese fuera el caso, QDR pone a tu disposición https://qdrclaims.com/comunidad-repositorio/