(por Antonio Iribarren, Ingeniero Civil Mecánico, Consultor Senior QDRclaims)
Desde el martes 02 al lunes 08
de febrero de 2016, sostuve reuniones de presentación personalizadas con varios
ejecutivos especialistas del mundo de los contratos -tanto de mandantes
(clientes), como de contratistas del Perú- para evaluar en conjunto las
oportunidades de colaboración profesional en el ámbito de apoyo en la gestión
de potenciales controversias durante la ejecución de sus contratos, y para
impartir –con mi socio Enrique Durán- el Seminario/Taller “Como Abordar
Metodológicamente Situaciones Claims”.
Sin dudas, fue una tremenda
oportunidad de conocer experiencias en la administración de contratos en la
industria Peruana, relatadas de primera fuente.
Deseo enfatizar 2 de ellas, que
han constituido motivo de sorpresa para este columnista:
· La tremenda
rivalidad existente entre Mandante vs Contratista
· La cultura del Litigio
imperante
Rivalidad Mandante-Contratista
Habemos muchos que opinamos que
los contratos de los proyectos de construcción han creado e implementado su
propia versión de los opuestos (no digo enemigos): el Mandante y el
Contratista.
Ambos quieren minimizar sus
costos y maximizar sus beneficios (un poco de productividad pura, hacer más con
menos, manteniendo la calidad, reduciendo tiempos muertos, reprocesos, etc.),
conceptos sobre los cuales no puede ni debe existir desacuerdos: las partes
están haciendo su trabajo, cada uno defiende sus intereses, lo cual es 100%
ético, honorable, correcto.
Dejemos claramente establecido
y por sentado que -entre otros-:
·
El contratista no está –ni tiene porque estarlo– compenetrado del
proyecto: lo que le importa, es maximizar el beneficio de su Contrato, que son
cosas muy diferentes.
·
La
situación se enturbia cuando alguna de las partes interpreta -bien o mal- que
el otro lo está pasando a llevar en sus derechos y obligaciones contractuales,
al no reconocer mayores obras, o cambios del alcance del trabajo, o cambios de
las condiciones del trabajo, o atraso en la entrega de los aportes, o no
cumplir con la entrega de la dotación o con las horas máquinas comprometidas,
no cumplir con el rendimiento o con el perfil de los recursos humanos
comprometidos, etc.
· La dura realidad, es que existe
la posibilidad de que las personas en una posición de poder de gestión, adopten
rápidamente un enfoque conservador individual, haciendo caso omiso a las bases
acordadas en el contrato, y su administración y aplicación justa y razonada.
· La
comunicación y la personalidad de los Administradores de Contrato1,
es tremendamente preponderante: el potencial de que se produzcan
enfrentamientos que impacten negativamente el contrato, es de ocurrencia común,
y no está cubierta por ninguna cláusula expresa o implícita de los contratos.
· Las metodologías, técnicas y
herramientas, para resolver dichas diferencias son las mismas, tanto para el
Mandante como para el Contratista.
· Lo único constante en la vida,
es el constante cambio, v.g., un profesional que hoy forma parte del equipo del
Mandante, mañana lo será del equipo del Contratista, y viceversa.
Entonces si tenemos
absolutamente claro estos puntos, ¿Por qué existe esa rivalidad, rayando la
animosidad, la aversión?
En opinión del columnista, es
debido a que es muy poco frecuente constatar la aplicación de mecanismos de
análisis detallados de los costos/daños, análisis para determinar las
desviaciones de cronogramas, y mucho menos Relaciones Causa-Efecto que muestren
el impacto.
Derechamente, los mecanismos
(metodologías, técnicas y herramientas) que permitan zanjar controversias, y/o
mejor controlar/mitigar los problemas asociados a desviaciones en el alcance,
atrasos en el cronograma y sobrecostos en los Contratos, no se aplican desde el
inicio del contrato: generalmente, la respuesta no está en una sola de las
partes, y el desafío es asignar equitativamente la responsabilidad por las
desviaciones en los Contratos.
La cultura del Litigio
imperante
Es sabido que durante el ciclo
de vida de un contrato, se producirán diferencias de opinión, controversias,
conflictos y frecuentemente, Claims.
Dejemos claramente establecido
y por sentado que –entre otros-:
· Una vez iniciados los trabajos,
aparecen las Órdenes de Cambio.
· Las OC no resueltas,
normalmente se transforman en Controversias (cuando surge una controversia,
ningún tipo de acuerdo está garantizado).
· Las Controversias que no logran
converger a una definición en que las partes reconocen estar de acuerdo (en el
ámbito de los Administradores de Contrato Mandante/Contratista), escalan a los
gerentes y/o sponsor del proyecto/contrato y se transforman en Conflictos.
· Los Conflictos no resueltos, se
transforman en Claims
· Los Claims en los que no se
llega a acuerdo, devienen en Litigios: Arbitrajes o derechamente, Juicios.
Desde el instante en que las
partes desisten de llegar a acuerdo y encuentran que la forma de resolver las
diferencias es a través de arbitrajes/juicios, todos los procesos subsecuentes
pertenecen al campo de los Abogados (quienes lideran la gestión del
arbitraje/juicio ante el cliente, con una connotación totalmente legal), habida
consideración que necesitarán del feed-back del personal técnico para armar la
defensa.
Todos los procesos hasta la
Preparación para Arbitrajes, pertenecen al ámbito de personal técnico, con
apoyo de Abogados (siempre es aconsejable tener diferentes puntos de vista y
enfoque).
Antes de devenir en un Litigio,
el Claim tiene un camino de análisis eminentemente técnico-administrativo, desde la revisión de los
documentos contractuales, la información generada durante el desarrollo de la
relación contractual, los cambios en el alcance, la programación de los plazos,
el valor de las partidas, los aumentos de obra, etc., ámbito de orden técnico
mejor entendido por Ingenieros.
Entonces si tenemos
absolutamente claro estos puntos, ¿Por qué existe esa onerosa cultura del
Litigio, entendida como obviar el análisis técnico-administrativo?
En opinión del columnista, es
debido a que no se ha realizado el trabajo de lograr instalar en el mundo de
los proyectos Peruanos, que a) antes de devenir en un Litigio, el Claim tiene
un camino de análisis eminentemente técnico-administrativo y b) se reconozca e
internalice la alta frecuencia de ocurrencias de
controversias/conflictos/claims en los contratos.
Complejidades técnicas, naturaleza
cada vez más polémica del medio ambiente de contratos, ofertas competitivas
apretadas y mandantes con actitudes contractuales inflexibles -y a veces
injustas-, han causado que muchos contratos terminen en Claims, en una
audiencia de Arbitraje o en la sala de un Tribunal, con los consabidos
altísimos costos asociados.
Estimado lector, según tu conocimiento y experiencia, tal vez te interese examinar otros artículos similares: si ese fuera el caso, QDR pone a tu disposición https://qdrclaims.com/comunidad-repositorio/